Pasó la luna llena de octubre…
…la de la cosecha, la de la Virgen del Pilar, la del otoño que pasa rápido en este año de conejo que dio tres brincos y se terminó. Eramos seis mujeres, dos de ellas quizá silenciosas, engañosamente ausentes, pero con su presencia impregnando todo el ambiente de calidez y amor. Afuera la lluvia y el frío que dejó la granizada de la tarde. Adentro el calor, y las flores, y las risas, y el fuego, y la gata, y las fresas, y las arepas, y las mandarinas, y todas, todas las historias. Historias de mujeres sabias que saben lo que valen porque lo han aprendido a pulso. Historias de sueños cumplidos, que aunque no son lo que parecían no importa, porque lo importante es siempre el camino. Historias de resistencia, la que nos hace comprender que las cosas es mejor recibirlas, aceptarlas y dejarlas ir, pues resistirse o aferrarse siempre trae más dolor. Historias dentro de historias y más historias…
Cuando las mujeres se reúnen a contar historias, es la historia misma lo que tejemos en nuestros relatos, y los lazos se estrechan y las miradas se reconocen y la vida fluye y se ensancha a nuestro alrededor. Cada historia contada es un recuerdo revivido, una emoción, un aliento de vida que aletea en medio de nosotras y nos recuerda eso: ¡’que estamos vivas!… que esta montaña rusa no ha terminado y que todavía faltan muchas historias por vivir y muchas más por contar. Que nos divirtamos mientras actuamos en ellas…
Gracias a las asistentes, gracias miles a la anfitriona y gracias también a las que reciben este eco que seguirá reverberando en los corazones. Siempre las esperamos en los círculos con el corazón abierto…