Círculo de historias sobre amor y desamor
Círculo cuadragésimo primero
Siete días después de Lammas {fiesta de la cosecha},
Verano del Año del Caballo de Madera {2014 E.C.}.
En la casa de Sonia.
Círculo de historias sobre amor y desamor.
Si el amor fuera sencillo no sería tan popular.
Todos nos devanamos de amor el corazón {y algunos hasta la cabeza}. Y eso que, como dijo alguien en el pasado círculo, el amor es como un recreo de la racionalidad. Surge cuando dejas de pensar, o a pesar de cualquiera que sea tu pensar. Quizás por eso dicen que el amor es loco, sordo y ciego. Quizás por eso somos capaces de hacer tantas estupideces por amor {pero también tantas cosas maravillosas}. Quizás por eso el amor puede ser tan dramático, pero las mejores historias son justamente las más dramáticas.
En el círculo de historias sobre amor y desamor, una cosa nos quedó clara: el amor es algo muy complicado {¿o no…?}. Sí, yo sé que algunos dicen que es sencillo, que todo lo que tienes que hacer es «amar» y ya está. Pero es que, en principio, nadie nos enseñó lo que era amar o qué es el amor {me atrevería a decir que incluso desde nuestra gestación, pero esa ya es otra historia, ¿o no…?}. Así que a lo largo de su vida cada quien se ha acercado a su manera. Cada quien tiene su visión, su perspectiva.
Pregúntale a cien personas ¿qué es el amor? ¿qué significa amar a alguien? y probablemente obtendrás cien respuestas diversas. Cada quien tiene una historia, pero incluso eso va cambiando, muta con cada quien, se vuelve otra cosa. Hay tantos tipos de amores como relaciones. Incluso las relaciones problemáticas manejan su cuota de amor. La diversidad suele ser compleja, pero de la complejidad surge la belleza.
A veces sabes que el sentimiento es muy intenso, pero no sabes ni cómo expresarlo. Es algo que tienes que decirlo para no explotar. O a veces no. A veces es cuestión de callar y saberlo en secreto. Amar en secreto, sin decir, sin declarar… ¿no es también amar?
A veces eres feliz con simplemente contemplar al objeto de tu enamoramiento, y otras veces eso no es suficiente, y necesitas salir a cazarlo y atraparlo. A veces tu amor es correspondido y todos son felices, y otras veces tu amor te rechaza y tienes que olvidarlo a la fuerza y ser capaz de seguir.
A veces pasa que eres correspondido, pero no de la misma manera, y no sabes bien de qué se trata todo y no entiendes, pero sigues amando, porque no tienes más opción {el amor no te da opción}. A veces el amor es largamente trabajado, gestado, cosechado y finalmente olvidado, y otras veces llega arrebatadamente en un instante pero se instala para siempre.
A veces {menos de las que debieran ser} el objeto de tu amor eres tú misma, y dejas de ponerte la última en la fila de quienes necesitan tu atención y cuidados… ¡Ah, si todas encontráramos ese amor, cosa bien distinta sería el mundo!
El caso es que todos los amores son diferentes, como diferentes son todas las personas. Y lo más diverso tiende a la complicación, o al menos a una suerte de caos lo bastante grande para trascender nuestra propia vida y del que sólo nos queda dejarnos llevar, porque es inútil resistirse.
Y sin embargo, cuando escuchas las historias de amor puedes percibir que la emoción {la semilla del sentimiento} es casi siempre la misma. Amar es algo que te hace sentir bien, te da vida, fluyes, eres invencible, capaz de todo. Eres feliz solo con ser. Con estar. Y mil veces más si estás cerca de quien te produce amor, en esos momentos en que eres incapaz de no sentir lo que sientes. Puede ser un amante, puede ser un hijo, puede ser tu madre, puede ser un amigo. Cuando hay amor, hay algo de todo eso allí.
Una vez un amigo me dijo que el primer amor te jode para toda la vida. No sé si yo también lo expresaría de esa manera, pero no puedo dejar de darle la razón. Nada se siente como el primer amor, es como la primera vez que encuentras el equilibrio andando en bicicleta. Aunque te encante ir en bicicleta y lo sigas disfrutando hasta que te mueras, la emoción de la primera vez es siempre indescriptible. {Y esto vale no sólo para enamorarse o andar en bicicleta… mira a los niños, que viven en un estado permanente de asombro, sorpresa y enamoramiento ante un mundo ilimitado de primeras veces}.
Ahora, el que tu primer amor te asombre y te maraville o que te joda de por vida también depende un poco de ti. Mi primer amor me rompió el corazón cualquier día y podría decir que tiró los pedacitos uno por uno a la caneca de la basura. Cuando tienes dieciséis todo es muy intenso, doloroso. Hubiera querido que me tragara allí mismo la tierra… de todos modos el mundo se apagó después de ese momento. Y sin embargo ahora recuerdo aquella historia con dulzura y cariño. Fue la primera vez que fui lo bastante valiente para decir lo que sentía. Sí, me destrozaron el corazón —también por primera vez—, pero sobreviví, y sigo viva. Mi corazón se recuperó, la herida de muerte sanó, y la honda cicatriz que me dejó ya no duele: más bien me gusta la forma que tiene.
Y pude volver a amar, más de una vez. El mundo no se acabó, cada vez, que era lo que parecía que sucedía. Mi mundo sí se acabó, cada vez, y dolió, cada vez que amé, pero cada mundo propio que surgió después me gustaba más. Yo era diferente. Cada vez más grande, algo más fuerte y un pelín más sabia. Más a gusto en mi nuevo mundo, que era entonces más rico gracias al amor. Pues cuando amas, siempre recibes regalos que serán tuyos para siempre.
Así que no diría que el primer amor te jode la vida. Diría que todo amor te la cambia, en una medida proporcional a la intensidad del amor. Te la cambia al comenzar, te la cambia mientras dura y te la cambia bruscamente si termina. Y los cambios bruscos tienden a doler, hasta que te vas dando cuenta de que cambiar siempre es mejor que quedarse la misma; abrazar el cambio duele menos. Puede que no mucho, pero ayuda mientras sana el corazón. Mientras, puedes recordar sin que duela otra vez.
Ya no digamos lo que te cambia la vida esa relación con tu verdadero primer amor: la mujer que te trajo al mundo. Pues cuando naciste, ya amabas a tu mamá {¿qué bebé no ha amado a su madre desde antes de nacer? ¿No es eso amor?}, y lo que haya sucedido de ahí en adelante será tu primera historia de amor, o de desamor. ¿No te parece bastante para cambiarte toda la vida? ¿Para cambiar la manera en que te relacionaste con todos los amores que vinieron después?
De cualquier manera, el amor es tan variado y diverso que muchas veces olvidamos que puede ser —y es— mucho más que lo primero que se nos suele venir a la cabeza cuando hablamos de amor: el amor romántico. Hay amor entre amigos, y amigas, entre mujeres, entre madres e hijos, e hijas, entre hermanos, entre hermanas, entre hermanos y hermanas, entre niños que se caen bien, entre amantes, entre compañeros de celda y de destino, y en el corazón de cualquiera que haya querido bien a un perro, un gato o un canario. A veces {más de las que crees} el amor brota también entre desconocidos.
Hay por lo menos una gota de amor en todas nuestras relaciones {hace falta aunque sea una pizca de amor para vencer el miedo y asomarse a otra realidad}. Y todos esos amores los vivimos para aprender sobre el amor. Vivimos juntos y nos cruzamos unos con otros —y con muchos nos seguimos cruzando a lo largo de nuestra vida, aunque no lo queramos— para aprender a amarnos mejor, a relacionarnos de maneras más sanas, más constructivas, más luminosas. Compartimos espacio sobre este planeta para aprender a confrontarnos, a hablarnos sinceramente, a resolver nuestras diferencias sin tener que matarnos. Bueno, algunos lo hacen matándose, pero quizás es la forma que aprendieron, la que les parece mejor, la que prefirieron entre todas las otras opciones. Hasta ellos nos están enseñando algo sobre el amor. Aprendiendo y enseñando, igual que todos.
Así que te invito a reflexionar sobre tus historias de amor, desde la primera hasta la última. Sé que algunas te han marcado más que otras, pero todas te han enseñado algo. Nunca has salido de una historia de amor sin un regalo, un aprendizaje, un secreto poder. Revisa en tu maleta y descubrirás
Sabiduría circular {extraída directamente del círculo}
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«Las expectativas son resentimientos adelantaditos».
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No es como tú quisieras, es como es.
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No busques en otro lo que no has podido darte a ti mismo.
{Cuando te quieras tú mismo tendrá mucho más sentido querer y ser querido por alguien más}.
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Cuando te metes con alguien, cambia tu camino.
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Eres lo que eres hoy, como resultado de todos los encuentros y desencuentros a lo largo de toda tu vida.
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Detrás de cada historia de desamor, hay una historia de amor. Y es rara una historia de amor que no sea, al final, un desamor. Pero el corazón sabe curarse. Permítelo curarse.
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LIBRO RECOMENDADO: Cuerpo de mujer, sabiduría de mujer {Christiane Northrup}.
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