Pequeña memoria del encuentro inicial
El 1 de diciembre de 2010 tuvimos la «reunión de organización», a la que asistieron 11 mujeres (me incluyo) entre los 12 años y los «más de 50» y hablamos como por tres horas sobre mil cosas que se nos vinieron a la cabeza al estar reunidas sin miradas masculinas. Preguntas sobre nosotras, sobre nuestro lado femenino (y el de ellos), sobre los modos de ser mujer y de desenvolverse como mujer en un mundo que todavía es masculino. Comentarios sobre los sentimientos, sobre el compartir y el preocuparse por otros. Cada comentario iba generando otras diez preguntas, cada pregunta otros veinte comentarios. Ninguna conclusión certera, pero muchas expectativas y muchas voces diferentes. Hasta se habló de lo que sería tener un círculo femenino que pudiera incluir hombres, de esos que saben que todos los seres tenemos un lado masculino y uno femenino… pero eso es algo que todavía necesita más tiempo de cocción, pues el caldo apenas se está calentando.
En fin, en esa reunión me di cuenta de que basta con reunirnos a hablar para que cada una, con cada palabra pronunciada, pueda aportar algo a las otras, una mirada, una perspectiva del mundo que es única y que merece ser valorada. Este es el espíritu del círculo de mujeres: ser y dejar ser a las otras, de manera que entre todas tejemos una colectividad que no podría surgir de ninguna por separado. Esa es nuestra riqueza y eso es lo que debemos alimentar.
Les dejo la que fue la imagen con la que se invitó al primer encuentro: