Respuestas a argumentaciones comunes que se esgrimen a favor de las Flores de la Abundancia
NOTA PRELIMINAR: Este artículo forma parte de una serie que escribí acerca de los esquemas financieros que se conocen como Telares o Flores de la Abundancia, Fractales de los Sueños, Espirales de Mujeres, Mandalas de la Prosperidad o Tejedoras de Sueños, entre otros y que funcionan con una dinámica similar. Los nombraré aquí como «Flores de la Abundancia» para efectos de claridad. Consulta aquí los otros artículos de la serie.
«A mí me fue bien» o «a mis amigas les fue bien»
Es posible que así haya sido. En los primeros niveles todo funciona perfecto, la gente cobra sus «regalos» y van saliendo contentas. Pero a medida que las flores se van multiplicando y más gente resulta involucrada se va acercando el momento del estancamiento. Es posible que una mujer haya tenido una experiencia positiva y que haya visto que las ocho mujeres Fuego que le dieron «regalos» también hayan alcanzado la posición Agua y hayan salido contentas, pero no lo puede asegurar de las siguientes 16, 64, o 256 que entraron después. En este tipo de esquemas, el éxito de los primeros integrantes es el que les da confianza a los demás para seguir ingresando, pero al ser insostenible a largo plazo siempre habrá alguien que se quede sin «regalo».
«No se va a estancar, siempre habrá mujeres interesadas en entrar a participar. Somos muchos millones de mujeres en el mundo»
«Muchos millones» no significa que seamos infinitas. Al ser las flores un modelo de crecimiento exponencial, como ya se expuso antes, el número de mujeres y recursos (dinero) para sostenerlo tiende al infinito. Siempre se necesitarán más mujeres para que siga funcionando. Incluso si todas las mujeres del mundo entraran a participar en un momento dado, harían falta ocho veces más para que las recién ingresadas pudieran recibir sus «regalos». Es imposible desde todo punto de vista.
«El crecimiento exponencial se resuelve mediante el reciclaje de personas»
La figura del reciclaje fue inventada para dar la ilusión de que era posible detener el crecimiento exponencial. Consiste en que una mujer que ya alcanzó la posición Agua puede volver a entrar en el esquema regalando de nuevo parte de lo que recibió. He visto al menos dos maneras en que se aplica esta figura del reciclaje:
- La mujer Agua se retira de su flor y entra a otra (puede ser una de las dos que se forman una vez que ella se retira u otra distinta) volviendo a aportar un «regalo», como otra mujer Fuego. Así vuelve a empezar su viaje y al cabo de cuatro movimientos volverá a ser mujer Agua y recibir ocho «regalos».
Recalquemos aquí que cuando esa mujer se retiró de su primera flor con sus ocho «regalos», la flor que estaba dejando se dividió en dos, cada una de las cuales necesita ocho mujeres Fuego para seguir creciendo. Es decir, el retiro de esa mujer significó la apertura de 16 vacantes para mujeres Fuego. El que esa mujer vuelva a ingresar a una flor apenas cubre una vacante de las 16 que se crearon. Eso de ninguna manera detiene el crecimiento exponencial. Si acaso lo ralentiza, y ni siquiera con gran efectividad.
- La mujer Agua se retira de su flor y en vez de entrar a otra flor nueva lo que hace es volver a entregarle un «regalo» a la mujer que estaba en la posición Agua cuando ella se unió a su primera flor. Esto es todavía peor, pues en este caso esa mujer ni siquiera entra a cubrir a alguna de las 16 mujeres Fuego que deja detrás, ni reinvierte parte de sus «regalos» en la abundancia de una mujer nueva, sino que concentra la riqueza en alguien que ya había recibido antes. En cualquier caso, esto tampoco resuelve el asunto del crecimiento exponencial.
La «Ovulación»
En algunas invitaciones que he recibido he tenido noticia de una figura nueva que crearon supuestamente para empezar a «cerrar» las flores y «evitar» la paradoja del crecimiento exponencial. Lo llaman Ovulación y lo utilizan en los casos en que una flor se ha estancado, esto es, cuando las mujeres que la componen no han logrado encontrar a ocho mujeres Fuego para que la mujer Agua pueda recibir sus ocho «regalos».
Por lo que llegué a entender, se trata de repetir el esquema de las flores pero a una escala menor, digamos que fractal. Digamos que hace falta una mujer Fuego para completar la flor y que hay una mujer interesada en participar, pero no dispone del dinero suficiente para poder dar su «regalo» inicial que son, por poner un ejemplo sencillo, $80.000. Lo que se hace entonces es crear una flor más pequeña (un óvulo) en la que ocho mujeres (puede que de la misma flor que está estancada) ponen cada una $10.000 que se le entregan a la mujer que no lograba reunir el dinero. De esta manera esa mujer ya tiene los $80.000 necesarios para entrar a formar parte de la flor grande que de este modo sale del estancamiento.
No me quedó claro si las mujeres que ponen $10.000 cada una para salvar a esta hermana lo hacen en calidad de «regalo» o de préstamo (que se les retornaría una vez esta mujer alcance la posición Agua y reciba sus «regalos»), pero esto en realidad no es relevante aquí. Porque una vez que se complete la flor y la mujer Agua se retire, nuevamente se dividirá en dos flores y entonces harán falta 16 mujeres Fuego más para que todo siga avanzando. Y luego 32, y luego 64, 128, 256… Podemos rescatar a una hermana en cada flor a través de la ovulación, quizás a dos o hasta tres. Pero cuando el esquema llegue a su límite no habrá forma de rescatar a ocho, a 256 o a 1024.
«La falta de mujeres nuevas no es problema porque las mujeres que ya han participado pueden volver a participar las veces que quieran»
Para que una mujer reciba su «regalo» necesita ocho mujeres que se lo otorguen. Aunque esa mujer volviera a participar en la flor, siempre necesitaría ocho mujeres que la apoyen desde el círculo externo. Aunque todas las mujeres que han participado en una misma flor volvieran a hacerlo (lo cual de por sí ya es improbable), de todos modos necesitarían ocho veces más mujeres para que las sostuvieran desde afuera, porque el sistema es abierto. Si el sistema fuera cerrado, con un inicio y un final claro y limitado en tiempo, número de personas y recursos, sería otra cosa. Pero así como está planteado es abierto y exponencial. Y mientras siga siendo así es matemáticamente insostenible. Esto no es una opinión, es una ley matemática. Podemos ignorarla pero no podemos escaparnos de ella. Del mismo modo que podemos lanzarnos por un acantilado con el convencimiento de que podemos volar, pero la gravedad de cualquier manera tirará de nosotros hacia abajo.
«Este es un modelo económico colaborativo, similar a las cadenas o las mingas, que funcionan y son perfectamente legales»
Ya mencioné en este artículo por qué una Flor de la Abundancia no es una cadena y no se las puede comparar. En cuanto al modelo de la minga también hay varias diferencias importantes. Aclaremos para los profanos que una minga es una tradición precolombina de trabajo comunitario o colectivo voluntario con fines de utilidad social o de carácter recíproco, que se usaba (y todavía se usa) en varias comunidades indígenas a lo largo y ancho de toda América.
Un ejemplo básico para ilustrarla es que en una comunidad dada, una persona o una familia quiere construir su casa pero claramente no lo puede hacer sola. Pongamos que es la casa de doña Teresa. Mediante el aporte voluntario de varias familias (sea en materiales o en mano de obra), todos en la aldea colaboran para levantar la casa de Teresa y lo hacen de manera gratuita, colaborativamente. Cuando esa casa ya está levantada, puede que Juan, que le ayudó a Teresa a poner el techo, quiere ampliar la casa que él ya tiene porque creció su familia. Entonces toda la comunidad, incluida Teresa, le ayudan a Juan a hacer su ampliación. Más adelante, todos le ayudan a María, que cocinó para todos en las dos obras anteriores y ahora necesita un corral nuevo, y así. Todos colaboran voluntariamente en la obra del que lo va necesitando, bajo la premisa de que más adelante recibirán esa misma ayuda voluntaria de vuelta cuando ellos la necesiten.
¿Cuál es la diferencia con las Flores de la Abundancia? Primero, que las mingas funcionan en comunidades cerradas, aldeas, pueblos o tribus que comparten un mismo espacio. Todos los miembros que participan se conocen entre sí (probablemente de toda la vida o de hace muchos años) y son un grupo constante y relativamente cerrado. Lo pueden componer 5, 10 o 50 personas o familias, pero todos saben quiénes son y son siempre los mismos 5, 10 o 50. En eso radica su fortaleza, pues si Fulano recibió ayuda de la minga para levantar su casa pero más adelante no ayuda a su vez a quienes le ayudaron a él, su inactividad será detectada inmediatamente por la comunidad y no será bien vista. Seguramente vendrán a hablar con él y preguntarle sus razones para no colaborar. Puede que en alguna ocasión dada Fulano esté enfermo y por tal motivo no haya podido ayudar en cierto trabajo, pero más adelante podrá hacerlo en otro. Y si está enfermo, es probable que alguno de la minga venga a atenderlo y ayudarle en lo que necesite. Así es como el tejido social se mantiene y se fortalece.
Pero en una Flor de la Abundancia, una vez que una mujer se retira después de completar todo el ciclo (una vez alcanza la posición Agua), entonces con el tiempo (puede que no inmediatamente) va perdiendo contacto con el resto del grupo que sigue activo y muy seguramente después de algunos movimientos las nuevas mujeres que ingresan no tengan noticia siquiera de que esa mujer formó parte de las flores que dieron origen a las suyas. Eso jamás sucede en una minga. Además, el grupo total de participantes en las flores nunca es constante, está siempre en aumento pues esta es su naturaleza. De este modo es imposible que todas las participantes se conozcan efectivamente entre sí, mucho menos que puedan sostener una verdadera relación de reciprocidad y confianza mutua, indispensables para el funcionamiento de un modelo cooperativo.
«Esto no es captación masiva de fondos porque no hacemos invitaciones masivas, sino personales, de tú a tú»
Es cierto que las mujeres participantes no difunden este sistema a través de anuncios ni correos masivos. Las invitaciones se hacen personalmente y lo más probable es que procuren involucrar a personas de su confianza, a las que conocen y saben que se comprometerán a pagar el «regalo» inicial y continuar invitando gente. De hecho, es una de las cosas que se enfatizan cuando se invitan mujeres nuevas: mantener la discreción, casi como un secreto. Pero recordemos que cada flor se va dividiendo en dos con cada nuevo ingreso de ocho participantes. Lo que empezó con 15 personas al cabo de varias vueltas involucra a decenas, centenas y a la larga miles de personas. El problema no es cuántas mujeres conforman mi flor. El problema es cuántas mujeres hacen falta para que todas las que van ingresando puedan a su vez completar cada una sus flores. Aunque las invitaciones se hagan como voz a voz y no sean masivas, al ir involucrando con el tiempo a más y más personas el resultado es que en un momento dado sí llega a haber un número masivo de participantes moviendo una cantidad masiva de dinero.
«Nunca se pierde el dinero que das al principio. Mi amiga decidió retirarse de una flor y le devolvieron íntegro el regalo que ella había dado»
De nuevo, esto puede suceder en los primeros niveles, y es así porque al tratarse de un esquema donde es primordial ganar la confianza de las mujeres para que ingresen, es importante que si una mujer se retira demasiado pronto no deje una estela de desconfianza tras de sí. Si yo veo que una hermana ha podido salirse a mitad de camino y recuperar su dinero, yo estaré más dispuesta a correr el riesgo y entrar. El problema es cuando las flores se han multiplicado tanto que lleguen en masa al punto de estancamiento y ya no sea una mujer la que quiera retirarse, sino decenas, o cientos, o miles. Puede que algunas de ellas reciban su dinero de vuelta, de manos de las mismas mujeres que las invitaron a participar de buena fe y no querían estafar a nadie. ¿Pero podemos garantizar que a todas ellas se les podrá retornar lo que entregaron? ¿Que de verdad NUNCA NINGUNA va a perder?
«Toda mujer sabe que la cantidad que entrega al principio es un regalo y entra con el conocimiento claro de que lo entrega sin ninguna retribución a cambio»
Ya dejamos en claro por qué poner en un sobre una suma de dinero prefijada y no negociable para poder tener derecho a entrar en la fiesta NO ES un regalo. Pero concedamos que las mujeres que entran lo hacen con la convicción sincera de estar otorgando un regalo desinteresado. Puede que incluso firmen un documento en el que certifiquen que lo que dan es un regalo y que no esperan recibirlo de vuelta. En ese caso, ¿qué las motiva realmente a participar? ¿De verdad es la generosidad limpia y transparente de apoyar a otra hermana a cumplir su sueño aunque para ello tenga que desprenderme de una suma que no voy a poder invertir en cumplir el mío? ¿Una suma que bien puede equivaler a uno, dos o hasta tres meses de sueldo bien trabajado? No sé, pero a mí me huele raro. He conocido de primera mano varios casos en que las mujeres recibieron un préstamo para poder completar la suma de su «regalo» de ingreso. ¿Son tan generosas que incluso sin tener dinero de su propio bolsillo para apoyar a otra lo piden prestado con tal de poder ayudarla?
Seamos honestas: estos esquemas juegan con los sueños y aspiraciones de la gente. Si fuera tan claro desde el principio que ninguna mujer espera recibir multiplicados los «regalos» que está entregando, es muy poco probable que la iniciativa llegara muy lejos. Es posible que las mujeres que ingresen tengan un deseo genuino de apoyar a las otras, que lo hagan de buena fe y que no tengan la más mínima intención de quitarle su dinero a nadie. Pero buena parte de su motivación al entrar es poder ellas mismas cumplir sus propios sueños con la ayuda de las otras, esto es, recibir de regreso la ayuda que dieron. Esto no es lo mismo que dar un regalo sin esperar NINGUNA RETRIBUCIÓN a cambio.
¿Qué pasaría si a quienes se invita a participar en estos esquemas se les dijera que van a dar un regalo que no van a ver de regreso, que no se les va a multiplicar y que solo deben darlo por la simple alegría de compartir su riqueza y su abundancia con otras mujeres y apoyar sus sueños? ¿Se encontrarían tantas entusiastas?
En el momento en que condicionamos nuestra generosidad a cuánto vamos a sacar de vuelta, deberíamos dejar de hablar de «regalos» y nombrarlos como lo que son: inversiones. Y no está mal invertir, pero una inversión que promete el 700% de rentabilidad ya suena sospechosa, todavía más cuando no existe un servicio ni un producto real que esté sustentando la generación de esa riqueza más allá de la captación de nuevos miembros.
«Los regalos que se otorgan en una Flor de la Abundancia se comparan a los que se hacen en una lluvia de sobres para una fiesta»
La lluvia de sobres en Colombia es una manera de dar regalos en una fiesta (de matrimonio, por ejemplo). Cada invitado, en vez de llevar un regalo, deposita una suma de dinero voluntaria en un sobre que deja en un buzón. Esto se suele usar para casos en que es más útil para los homenajeados recibir dinero para comprar algo que ya tienen en mente que recibir regalos que quizás lleguen repetidos o no vayan a usar porque se van de viaje, etc.
Para compararlo con las Flores de la Abundancia, pongamos que me invitan al cumpleaños de una amiga y me aclaran que será con «lluvia de sobres». Yo no tengo dinero, pero quiero acompañar a mi amiga en su día especial. En tal caso, cuando asisto a la fiesta sé que me dejarán entrar, aunque no lleve sobre. Puede que me sienta mal por no llevarlo, puede que socialmente no esté «bien visto» que me aparezca sin sobre, pero ciertamente me dejarán participar en la fiesta y podré bailar y comer pastel. Y si llevo sobre, sé que puedo poner dentro la suma que yo decida poner, no la que mi amiga determine. Si estoy pasando por una situación financiera complicada puedo regalarle a mi amiga apenas una pequeña suma simbólica. O quizás en vez de poner dinero en el sobre le escribo una bonita carta, o le hago un retrato, o dibujo un bono simbólico que ella podrá «intercambiar» por mi ayuda cuando necesite hacer una mudanza, o limpiar la casa, o cuidar a los niños una tarde.
Eso es un regalo: doy voluntariamente algo que puedo y quiero dar a otra persona. Y cuando termina la fiesta mi amiga se lleva su buzón lleno de sobres y los invierte en lo que ella considere. Yo vuelvo a mi casa y sigo con mi vida. No tengo que invitar a nadie más a otras fiestas. No tengo que convencer a nadie más de que pongan más dinero en nuevos sobres para regalárselos a otra amiga. Quizás en mi siguiente cumpleaños yo haga una fiesta y mi amiga me regale también un sobre, o quizás no, pero ambas estaremos perfectamente bien con eso, y si no recibo nada no tendré un cuestionamiento sobre de qué manera estoy bloqueando la abundancia y el merecimiento en mi vida.
En las Flores de la Abundancia es como ser invitada a la fiesta pero saber que no podré entrar si no llevo el sobre, en el cual debo poner la cantidad que se me ha dicho, y que me será pedido no bien llegue a la fiesta. Comeré pastel y bailaré, eso es seguro, pero también lo es que volveré a mi casa con el compromiso de conseguir que otras dos personas me acompañen a una nueva fiesta y se aseguren de llevar sus sobres bien marcados. La verdad es que esto no se parece mucho a las lluvias de sobres que yo conozco. Y creo que llamar «regalo» a algo que no lo es no es lo más honesto y amoroso que podemos hacer por nuestras hermanas, ni por nosotras mismas.
«Ninguna mujer puede perder en este esquema. Mientras se sostenga el compromiso de cada una de invitar a otras dos a participar, todas podemos salir beneficiadas. Está hecho para que entre todas nos ayudemos a cumplir nuestros sueños, particularmente las más necesitadas»
El carácter exponencial del modelo hace imposible el cumplimiento de esta premisa pues, de nuevo: seremos muchas pero no somos infinitas. Y lo más triste de todo es que en este tipo de pirámides, quienes más resultan afectadas son los que más necesidad tenían de recibir los regalos en primer lugar.
Cito aquí un par de párrafos extraídos del artículo El telar de las mujeres: estafa piramidal y feminismo ‘new age’ publicado por el ya reconocido magazin feminista Pikara. Ellas, sin ningún eufemismo, llaman «pirámides» a estas flores:
«Inicialmente, las que más fácil lo tienen para ingresar en la base de esta economía -como Fuegos- son mujeres con recursos que pueden disponer de esa cantidad de dinero de forma más o menos relajada. Hay numerosos testimonios de mujeres que concluyen la pirámide una vez, llegando a su cúspide y recibiendo la cantidad que invirtieron multiplicada. El problema reside, obviamente, en la finitud de ese colectivo, que acaba recurriendo a mujeres de recursos ajustados, fáciles de captar mediante los testimonios de las anteriores Agua y la promesa de dinero rápido. En el caso de que a estas mujeres les resulte imposible aportar la cantidad, una miembro del telar se lo puede prestar, con lo cual queda endeudada con ésta. En el caso de no concluir su ascenso, quedará atada a esta deuda y todo lo que de ella se derive -en Vice apareció en 2016 el testimonio de una mujer que había sido víctima de coacción y amenazas por parte de su prestamista. El éxito personal dentro de este modelo de economía consiste, dada su imposible sostenibilidad en el tiempo, en tener la suerte de no ser la que pierda su inversión.
Como vemos, el Telar de Mujeres es, en suma, lo contrario a una economía colaborativa o solidaria: no hay un intercambio equitativo de productos o servicios, sino una inversión inicial y la promesa de una gran ganancia posterior; no hay un interés por aumentar la calidad de vida de las clases más precarias -en todo caso, de nutrirse de la necesidad de dinero rápido de éstas-, y no hay una idea política de fondo que lo sustente, que ponga en valor lo colectivo o que priorice unos casos sobre otros: las mujeres de economías desahogadas lo tienen más fácil para lucrarse, mientras las precarias podrían quedar más empobrecidas.»
En 2016 la revista Vice publicó este artículo donde se cita la experiencia de Karla:
«Traté de convencer a amigas, tías, primas, y de pronto caí en la cuenta de que quienes sí se animaban a entrar, estaban a punto de meter los ahorros que tienen para las escuelas de sus hijos, las próximas vacaciones, emergencias médicas, o simplemente buscar la manera de sacar esa lana de la cuenta familiar sin que el marido se diera cuenta. Es una responsabilidad gigante jugar con los ahorros de la gente que quieres y conoces para meterlos en algo que no tenía idea si funcionaba o no».
Lo cierto es que cuando las flores de la abundancia alcanzan el límite de mujeres posible dentro del círculo social en el que nacieron suelen migrar y abrirse hacia los círculos menos prósperos, con mujeres menos pudientes hasta alcanzar entornos donde las mujeres están tan necesitadas de dinero que entrarán sin dudar a un esquema que promete jugosas ganancias en un tiempo relativamente corto. Ellas conseguirán el dinero como sea con tal de «tener la oportunidad» de recibir la abundancia que las flores prometen. Y es en este punto donde las flores se estancan, pues para esas mujeres será literalmente imposible conseguir dentro de sus círculos suficientes invitadas que dispongan del dinero para entrar y asegurar su avance dentro de la flor. Y son ellas, las más pobres, las que resultarán estafadas al final, pues ellas sí necesitaban los «regalos» (no solo los que no recibieron, sino los que de hecho sí entregaron), pero nadie podrá devolverles el dinero que pidieron prestado, o los ahorros que juntaron después de años, o los bienes que vendieron para poder reunir su primer «regalo».
«Nadie está robando a nadie. Al contrario, todas nos estamos ayudando mutuamente. Las mujeres que pertenecen a la misma flor se apoyan mutuamente, no se dejan solas y ninguna pretende robar a la otra»
Estoy convencida de que la gran mayoría de mujeres que entran a formar parte de estos sistemas lo hacen con una buena intención genuina. De hecho, al presentarse como una alternativa a los sistemas económicos convencionales, ellas piensan que en realidad están trabajando por cambiar el sistema y crear un mundo más justo y equitativo. Eso es lo más perverso de este modelo. Al involucrar los coloridos conceptos de las tendencias Nueva Era y hablar todo el tiempo de cooperación, apoyo y acompañamiento, se está ocultando la insostenibilidad de la estructura básica que siempre va a beneficiar a las que logran entrar y salir antes de que las flores se estanquen y ya no puedan crecer más. Quizás cuando eso suceda las primeras mujeres que entraron a participar ni siquiera conozcan a las que resultan afectadas, que ya no son sus amigas ni las amigas de sus amigas y se encuentran tan lejos en su red de relaciones que podrían ni siquiera llegar a enterarse de sus pérdidas.
Y aunque la gran mayoría de mujeres que entran a una flor puedan tener buenas intenciones y no se les pase por la cabeza estafar a ninguna de sus hermanas, claramente estos modelos surgieron porque sí hay personas inescrupulosas que eso era justamente lo que pretendían. Y lo más insidioso es que usan un modelo que resulta bastante conveniente para ocultar sus huellas y diluir su responsabilidad en la comunidad engañada.
Justamente por eso es importante que hablemos estas cosas en voz alta, que nos informemos bien y examinemos las cosas con lupa, pues sabemos que los lobos se pueden disfrazar de ovejas, y ellos han aprendido a usar disfraces cada vez más sofisticados. No hace falta una búsqueda demasiado exhaustiva en internet para encontrar noticias de numerosos casos en otros países donde este tipo de «economía colaborativa» ya dejó estragos.
«Esto no se trata del dinero, sino del empoderamiento. Más allá de los regalos económicos que se dan o se reciben hay muchas más cosas que una mujer recibe al unirse a una flor, traducidas en apoyo, inspiración, aliento, sustento para sacar adelante sus sueños y convertirse en la mejor versión de sí misma que pueda ser»
Esto suena muy bonito y, de nuevo, no seré yo quien niegue el poder que tienen los círculos de mujeres en el empoderamiento de una mujer, el desarrollo de su autoconfianza y su capacidad para alcanzar todos sus sueños, metas y aspiraciones. Pero, de nuevo, el problema es que —aunque no se diga—, el dinero sí es el motor que mantiene toda esta cadena en marcha. Y la principal prueba de ello es que si no das el «regalo» inicial (el dinero) para entrar como mujer Fuego a una flor, sencillamente no entras: sólo eres parte del club si pagas la cuota de ingreso.
Habrá quien dirá que ella entró en una flor sin tener el dinero, que otra hermana se lo prestó para darle la oportunidad de participar. Vale. Pero yo pregunto: si somos tan sororas y generosas, ¿por qué no regalarle el dinero para entrar? ¿Por qué prestárselo? Una vez que una mujer recibe un préstamo para poder ingresar a una flor, queda atada a esa deuda, sea que al final alcance la posición Agua o no. De modo que tarde o temprano sí tendrá que pagar el costo de ingreso.
Lo peor es que he sabido de flores que reglamentan ese préstamo inicial de un modo no tan generoso: una vez que la mujer que recibió el préstamo inicial llega a la posición Agua debe pagarle a su benefactora no solo la cantidad que ella le prestó sino la mitad de todas sus ganancias. Al fin y al cabo, puesto que ella no arriesgó nada al entrar porque lo hizo con dinero ajeno, no merece recibir el paquete completo. Esto significa que al interior de las flores se hacen préstamos con tasas de interés que serían escandalosamente altas incluso para el más ambicioso de los bancos. ¿No es esto sororidad en su estado más puro? (por favor léase en tono de sarcasmo).
Y en cualquier caso, si lo importante es el tejido, el apoyo mutuo, las relaciones, ¿por qué no permitir que una mujer entre sin pagar un solo peso? ¿por qué no hacer una red de colaboración y apoyo mutuo verdaderamente abierta, donde cualquier mujer pueda entrar y beneficiarse de la energía, magia y sabiduría del colectivo, sin tener que involucrar dudosas transacciones monetarias? Y atención, que no estoy diciendo que el dinero sea malo en sí mismo, ya sabemos que el dinero es una energía neutral, y que puede ser usada bien o mal. Pero solemos usarlo mal cuando lo ponemos como el pilar o la meta de nuestros proyectos, que es lo que las flores de la abundancia hacen de manera velada. Entonces el dinero se vuelve más importante que las personas y eso es exactamente lo que el capitalismo lleva años haciendo. ¿Vamos a seguir apoyando el mismo esquema?