Círculo de celebración, de noche lluviosa y tranquila…
Sentadas {simplemente} estando juntas. Escuchándonos. Simplemente estando ahí. Generando empatía. Demasiado lluvioso para pasarlo al aire libre, compartimos un techo con los estudiantes ya en plena finalización de semestre {para los suficientemente responsables como para descansar el cuerpo y la mente}. Los mejores descansos son los que más arduamente se trabajaron {sea esto o no una bendición}. Así que nos sentamos a ver llover.
Sentadas estando juntas. La bendición de los cojines para no enfriarnos {¡qué importante es el calor para ponernos en contacto!}. Aunque estaba demasiado ruidoso para mantener cómodamente una conversación colectiva, me di cuenta esa noche de que no hacía falta que nos contáramos entre todas. Pues todas compartimos, cada una diferentes cosas, y aunque por momentos hubiera varias conversaciones sucediendo simultáneamente, me percaté de que no siempre hace falta que todas nos escuchemos siempre. A veces basta con generar un espacio, un lugar sagrado en el que todas seamos iguales, seamos como una sola, y seamos capaces de escuchar a cualquier otra desde el corazón. Cuando te escuchan desde el corazón, solo necesitas un par de oídos para contarles tu propio corazón.
Círculos dentro de círculos dentro de círculos. Todas somos un círculo y alimentamos, no uno, sino muchos círculos en nuestros propios caminos, de amistades, de familias, de alianzas, de sueños, y hasta de obligaciones {que a mí me gusta llamar obligaciones voluntarias, pues siempre tenemos la potestad para elegir lo que sucede en nuestras vidas}. Todos los círculos en contacto se ven afectados por lo que suceda en cualquiera de ellos, como ondas que se superponen en la cara lisa de un estanque. Así que si hacemos magia en un solo círculo, la magia tocará automáticamente a todos los demás. Y nos reunimos en círculos de mujeres para generar esa pequeña y sorprendente magia que hace que todas estemos mejor por el solo hecho de estar juntas {basta con asistir a un círculo para darse cuenta}.
Sentadas estando juntas. Compartiendo la abundancia de la naturaleza que nunca nos abandona, aunque las noches se estén haciendo largas, mientras se acerca este solsticio de invierno, fecha de renovación y renacimiento del sol. Compartiendo la energía del roble, una deidad masculina del bosque celta, que en invierno alimenta al muérdago que lo abraza, para que en primavera el muérdago lo adorne con sus flores blancas, el semen del bosque. El roble atraviesa el invierno sin morir y nos recuerda que el Niño Dios Sol está próximo a nacer y que la oscuridad nunca es eterna.
Sentadas estando juntas, reímos, nos asombramos, curioseamos, contamos, callamos. Solo hacía falta que estuviéramos ahí. Pues olvidamos a veces que no hace falta hacer nada. Que basta simplemente con estar, con compartir, con respirar. Ser-estar ahí. En femenina unidad, sin que haga falta que sepamos a ciencia cierta lo que eso quiere significar. Pues no tenemos por qué ser racionales, por qué tener una razón para todos nuestros actos. Muchas veces solo sentimos lo que debe hacerse. Sin porqués.
Yo sentía que debía reunir un grupo de mujeres para celebrar un año de existencia de este espacio, para celebrar la luna llena del roble, y de paso y en una cochada todas las fiestas que se celebran ahora. Porque era importante cerrar un ciclo. No tenía nada preparado… Y la noche despejada que perdimos en la fecha inicial del sábado no apareció el miércoles. Las gaitas que había conjurado para esa noche se fueron volando al Amazonas, quizá tirando de mí hacia allí, como las mariposas azules. Y sin embargo, no hizo falta que hubiera nada preparado, o que alguna supiera «lo que debíamos hacer». Porque un círculo de mujeres no tiene reglas ni forma, ni por qué, ni tanto misterio. Para hacer un círculo de mujeres basta con reunir a un grupo de mujeres. Dos bien pueden mantener las brasas, tres son suficientes para hacer lumbre, y de allí para arriba caben las que se antojen a volar.
Esa noche, sentadas estando juntas, me di cuenta más que nunca que para hacer un círculo de mujeres todo lo que necesitas hacer es reunir a un grupo de mujeres y sentarlas en círculo {hablamos del círculo esa noche, figura sagrada que sacraliza la relación de quienes así nos disponemos: No hay cabecera, no hay principio ni final, nunca se descompleta}. Aparte de la intuición, no hacen falta más reglas {y la intuición es algo que alimentamos entre todas, pues cada una la ve desde su perspectiva única y maravillosa}. Y si es tan sanador el solo hecho de reunirnos a estar juntas, imagínense lo poderoso que puede ser un círculo convocado con algún interés específico… ¡las posibilidades son alucinantes!
Eso es algo de lo que he aprendido en los dieciocho círculos convocados a lo largo de este año {¿o eran diecinueve?}. Y, como les dije esa noche, sentadas estando juntas me siento muy feliz de haber abierto este espacio, de haber aprendido tanto de todas y cada una de las sesenta y nueve mujeres que han asistido alguna vez a los círculos, de poder decir ¡lo hicimos!… y no era tan difícil.
Lo que sí es algo complicado de manejar es coordinar toda esta tarea de convocatorias, elegir fechas, concretar u ofrecer lugares al menos una vez por mes, escribir correos, colgar anuncios, responder mensajes y llevar un récord «para la posteridad», además de manejar el resto de mi vida. Por eso estoy proponiendo una «convocatoria abierta», de modo que cualquiera de ustedes que tenga el interés de reunir a un círculo de mujeres {sea por una sola vez o indefinidamente, sea para hablar y contar historias o para pintar acuarelas, sea abierto para todas o restringido a sus amigas de séptimo del colegio, sea ceremonial o desenfadado, en fin…} que cualquiera pueda usar este espacio y esta pequeña plataforma para poder hacerlo, construirlo y echarlo a volar. Cuentan con todo mi apoyo y colaboración. Basta con que tomen la decisión y se lancen a elegir una fecha y un lugar y, quizá, alguna idea loca. Si es por el «quórum», basta con tener un par de amigas fieles interesadas en apoyar la reunión (hasta yo puedo ser una de las dos ;). Lo dicho: no hay reglas, así que vale cualquier regla, desde que la dicte el corazón {que sabe mejor que nosotras mismas}. Les garantizo que los círculos siempre salen bien, que todos son poderosos y que en todos se aprende más de una cosa.
Yo seguiré convocando círculos mientras tenga el tiempo y la disposición para hacerlo, pero no quisiera que la ronda se interrumpiera cuando no me alcanza la cabeza para programar algún círculo además de las 387 cosas que hago en mis ratos libres y no libres. Soy buena en manejar estas herramientas tecnológicas, pero no soy tan buena manejando un calendario. Así que si alguna quiere relevarme un rato en lanzar las iniciativas y darle algo de forma a este sueño, «yo no me pongo brava», como dicen. Basta con que lancen sus propuestas. Entre todas es muy fácil aprender. Y entre varias es más fácil decidir, convocar y lograr.
Las agradezco a las doce que estuvieron celebrando de presencia el miércoles, así como a las que quisieron y no alcanzaron a venir, y a las muchas que me siguen por esta ruta virtual. Y un agradecimiento muy especial a las que alguna vez nos han acompañado en palabra o en silencio en un círculo, grande o pequeño: gracias a Adiela, a las tres Adrianas, a Alegría, a dos Anas y tres Ana Marías, a dos Ángelas, a Angie, a Anita, a Camila y Amelié, a Aura María, a Carolina, a Catta, a dos Claudias, a Cristina, a Daniela, a Danielle, a tres Dianas, a Erika, a Esperanza, a Estrella, a Fabiola, a dos Glorias, a Juana, a Julex, a Julieth, a Katterin, a Laia, a Lina María, a Luisa Fernanda, a Margarita, a María Alejandra, María Claudia, María Esperanza, María José, María Paula, María Teresa, María Victoria y otras dos Marías, a Martha, a Nancy, a Nany, a dos Natalias, a Natalihe, a Natalia y Licaena, a Nathaly, a Nayibe, a Gahyla, a Paola, a Pilar, a Sara, a Seneth, a Tatiana, a Valeria, a Verónica y a una chica de doce años que vino al primer círculo y nunca se anotó en la lista (era tu prima, Valeria… ¿cómo se llama?).
Les quedo debiendo las fotos de la noche, que Ana María me compartirá pronto.
Y bueno, queda abierta la convocatoria… ya saben a dónde escribir.
Les dejo las fotos de la noche…
Muchas gracias por todas las convocatorias, no pude ir sino a una sola, pero de corazón y de pensamiento siempre las tuve presente.Les deseo a todas que la magia de la Navidad convierta todos los sueños en realidad y que en esta época salgan a relucir nuestras mejores cualidades; que la paz y la armonía reine en los hogares de cada una, Dios las Bendiga siempre.
Y falto una por el lado de la S, mil gracias a Sonia!