Círculo de historias sobre sueños cumplidos
Círculo sexagésimo quinto
Tres días antes de la luna llena
Círculo de historias, en la casa de Jessica
Sábado 22 de septiembre, equinoccio de otoño del año del Perro de Tierra (2018 E.C.)
Así se convocó
¿Qué obstáculos has tenido que vencer para alcanzar sueños? ¿Has tenido que enfrentarte al autosabotaje? ¿Cómo has lidiado con tus propios demonios? Ven y compártenos tus historias para aprender juntas cómo podemos hacernos más fácil y llevadero el camino hacia nuestros sueños.
Aprovecharemos la fecha del equinoccio para celebrar la llegada del otoño, así que trae lo que quieras compartir para esta ocasión. Es la fiesta de la abundancia, la cosecha, el equilibrio, recoger lo que se ha sembrado en el año y empezar a proyectar lo que queremos cosechar al siguiente.
Algo sobre el círculo
Cumplir un sueño es como aprender a volar. Te tienes que lanzar a un vacío que desconoces. Sin saber si va a salir bien. Pero como esta vez vas con un sueño por delante entonces confías en que va a salir bien —y quizás por eso mismo, sale bien. A los pájaros les crecen alas mientras caen. Pero si quieren las alas, tienen que caer. De modo que te dejas caer. Y finalmente, ¿quién dice que caes hacia abajo? Todo es una cuestión de perspectiva. «Abajo» es una convención social, pregúntale a cualquier gato.
Así que voy tras un sueño. Me lanzo. Tomo una decisión y me arriesgo. Realizo una acción. Doy un paso. Hago un compromiso. No uno de palabra —¿qué es una palabra?—, sino uno de acción. Dar al menos un paso que no se pueda deshacer. Decidir haciendo —o no haciendo— y luego asumir esa decisión. Tenemos que vivir con todas nuestras decisiones, por eso es importante ver lo que estamos eligiendo. La mayor parte de las veces ni siquiera nos damos cuenta. A veces eso también pasa con los sueños.
Pero algo que olvidamos demasiado a menudo es que nuestros sueños no tienen que ser como los de todos los demás. El sueño de los otros no es mi sueño. No tienen el mismo color, el mismo brillo, la misma forma, las mismas texturas. Mi sueño es mi sueño y no tiene que verse igual al sueño de mi vecina. Por eso no tengo que elegir el sueño de mi vecina. Solo necesito reconocer el mío y, si verdaderamente me apasiona —como suele suceder con los sueños verdaderos—, entonces persistir en él. Y también reconocer que si no sigo persiguiendo un sueño probablemente es porque no era realmente mío. ¿Para qué perseguir el sueño de otro? No nos va a satisfacer a ninguno de los dos.
Y es como lanzarse al vacío para aprender a volar. Tomas la decisión que no se puede deshacer y luego te dejas llevar por la corriente de los acontecimientos, que sabe para dónde va.
¿Recuerdas que pediste que el camino hacia Ítaca fuera largo, lleno de aventuras y experiencias? Bueno, a partir de ahí… se trata de confiar.