Para los que trabajan demasiado en una oficina
Me llegó este mensaje por un reenvío de correo, encabezado como «Noticias del New York Times«. Yo no sé si la noticia fue cierta o no, pero la tomaré como todas las historias: verdadera desde que fue contada, pues creo, como Isabel Allende, que más verdadera que la verdad es la historia. La transcribo aquí para la adecuada reflexión de mis lectorxs. Al menos les sacará una sonrisa de indignación…
Los directivos de una empresa de publicidad intentan averiguar por qué nadie se percató de que uno de sus empleados estuvo muerto, sentado en su mesa, durante 5 días sin que nadie se interesara por él ni le preguntara qué le ocurría.
George Turklebaum, de 51 años de edad, que trabajaba como revisor en una empresa de Nueva York desde hacía 30 años, sufrió un paro cardíaco en la oficina que compartía con otros 23 trabajadores.
El lunes por la mañana llegó a trabajar, discretamente, pero nadie notó que no se marchó nunca hasta que el sábado por la mañana el personal de limpieza preguntó qué hacía trabajando en fin de semana.
Su jefe, Elliot Wachiaski, declaró: «George siempre era el primero en llegar por la mañana y el último en marcharse por la noche, por lo que a nadie le pareció extraño que estuviera continuamente en su sitio sin moverse y sin decir nada».
Era bastante reservado y su trabajo le absorbía.
Un examen post mortem reveló que llevaba muerto 5 días tras sufrir un infarto…
Así que por favor, si trabajas en una oficina, de vez en cuando dale una palmada en la espalda a tu compañero y pregúntale aunque sea por su abuelita o su suegra. Si no te mienta la madre y si ves que sigue inconsciente, sospecha que ya se lo llevó la pelona.
MORALEJA: Nunca llegues primero, ni seas el pendejo que se va de último y no te mates trabajando demasiado, porque… ¡a nadie le importa! ¡Trabaja para vivir; no vivas para trabajar!
El trabajo nunca se acaba, el que se acaba es la persona que cree que lo puede acabar.
Este es un mensaje para la gente que se parte el lomo trabajando sin sentido, anteponiendo el trabajo a la familia, a la tarea del buen vivir, obsesionado por quedar bien con el jefe que ni siquiera se toma la molestia de agradecer el esfuerzo y dar una palmada en la espalda… ¡Por eso llega tarde y vete temprano… no vaya a ser que…!