Círculo sobre ginecología y control natural de la fertilidad
Círculo sexagésimo
Luna menguante en Sagitario.
Círculo de historias, en Clothe-Moda Sostenible.
Jueves 3 de mayo, en la primavera del año del Perro de Tierra (2018 E.C.)
Así se convocó
Será un espacio para compartir nuestra sabiduría colectiva y juntas aprender a gestionar nuestra salud y autonomía sin fármacos. Si tienes experiencia en estos caminos ¡acompáñanos!
Algo sobre el círculo
La medicina de circular juntas.
Porque lo que se comparte se potencia.
Y el simple hecho de estar juntas nos sana, nos nutre y nos energiza.
Hace falta circular más.
Compartir más estos saberes.
Encontrarnos más.
Mirarnos más a los ojos.
Sentirnos más.
Y reconocernos.
NOTA A LA LECTORA: El tema es tan amplio y el círculo abarcó tantas cosas que decidí no escribir esta entrada sobre lo que sucedió en el círculo en sí, sino sobre mi propia perspectiva de este tema que de todos modos toca muchos de los temas que se trataron. También esta entrada sobre lo que considero que significa la sanación, y esta otra enfocándome más en métodos naturales para el control de la fertilidad.
Confianza. Recuperar la sororidad natural que nos impulsa a entregar a otras nuestros saberes, secretos y dones. Todas sabemos algo que las demás no, y cuando lo compartimos, este conocimiento se expande, crece y se potencia. Llega a otras y luego a otras que a su vez lo reciben de ellas. Así se transmitían los conocimientos en la antigüedad, y muy particularmente la sabiduría femenina, tan nuestra, tan guardada y tan desconocida ahora en los tiempos modernos.
Cuando hablamos de ginecología, casi tanto como si hablamos de fertilidad, hablamos de cuidarnos. Y cuidarnos significa, antes que nada, conocernos. Saber cómo somos, cómo funcionamos y qué es bueno para nosotras, para cada una.
Lo primero que descubrirás es que no existe una receta mágica. No hay nada que yo pueda decirte que hagas y que pueda garantizar que funcionará para ti. Porque tú eres única, tienes un ciclo propio, unos ritmos, un entorno, un camino y una relación con tu cuerpo que es solamente tuya. Dependerá de ti lo que te vaya bien. Puede que lo que a otra le ha funcionado no aplique para ti, y viceversa.
Lo sé porque en mi propio camino de autoconocimiento en lo que respecta a mi feminidad, y en mi proceso de sanación y reconocimiento de mi útero me han dado muchas recetas, consejos y sugerencias que muchísimas veces no funcionaban para mí. Aunque también es verdad que he recibido luces, y regalos que me han permitido transitarme de una manera más amorosa y consciente conmigo misma.
Aquí la clave es que reconozcas qué es lo que a tí te sienta bien. Y esta sola pregunta tiene implicaciones tan hondas que solo atender a esto te tomará varios años. Porque va de reconocer qué te sienta bien hacer en este momento, qué te sienta bien hacer en este día, qué te sienta bien hacer en tu trabajo, qué te sienta bien hacer cuando descansas, qué actividades nutren tu vida, qué personas te hacen sentir bien, qué lugares te energizan, qué alimentación es mejor para tu cuerpo y tus ritmos, qué relaciones te hacen brillar, qué cosas te hacen sentir mejor según qué época del mes, o mejor, del ciclo — que raramente dura un mes—; y la exploración sigue y sigue.
Sí, conocerte y cuidarte pasa por todo ello. Va de reconocer los ciclos, en tu cuerpo, en tu entorno y en tu vida. Y por supuesto, tu ciclo menstrual es perfecto para comenzar.
Menstruar en esta sociedad
Las mujeres tenemos esa ventaja: algo muy claro que la naturaleza nos dio para observar, algo que se repite, que podemos seguir a lo largo del tiempo, un patrón a partir del cual podemos adentrarnos en ese conocimiento, como un hilo rojo de Ariadna con el cual nos podemos empezar a guiar dentro del laberinto que somos. No podemos hablar de ginecología sin hablar de nuestro ciclo menstrual, ya sea para conservar o recuperar nuestra salud, ya sea para aprender a gestionar de forma autónoma nuestra fertilidad.
El problema es que eso que nos hace oficialmente «mujeres» en esta sociedad, se convirtió en objeto de rechazo social. Las mujeres empoderadas de la antigüedad eran sabias que conocían sus cuerpos y sus ritmos, y sabían cómo aprovecharlos para ellas y para sus comunidades. En una época no tan lejana fueron quemadas por brujas. Aun antes de que se disipara el humo de esas hogueras aprendimos a sangrar en secreto, convirtiendo en tabú la sola mención en público de un tampón. De ese tabú, ya transmitido de generación en generación, se deriva el desconocimiento general sobre el funcionamiento de nuestro ciclo, cómo influye en nuestra cotidianidad, por qué es importante ovular y cómo manejar nuestras mareas hormonales aprendiendo a navegarlas y a sacar provecho de ellas en vez de aquietarlas artificialmente con pastillas y negarnos la oportunidad de vivir nuestros cuerpos.
Todo ese conocimiento menstrual de nuestras antepasadas fue ocultado y perdido hasta el punto de convertir en incómodas las conversaciones sobre este tema, incluso entre mujeres. Perdimos el control sobre nuestros cuerpos, y con él le entregamos a otros las decisiones sobre nuestra salud, nuestra higiene, nuestra sexualidad y nuestra fertilidad. Porque adentrarnos en esos terrenos era demasiado complicado, y nos obligaba a hacer demasiadas preguntas. Y pensamos que era mejor ser buenas niñas, calladas, juiciosas y bien compuestas, aunque los cólicos nos estuvieran haciendo un infierno por dentro. Se trataba de complacer a los demás.
Nos enseñaron a considerar la menstruación como una molestia de la que necesitábamos deshacernos o pasar por agache cada vez. Mientras encajes en los ritmos de producción de lunes a viernes con horarios de 9 a 5, descansos dominicales y un puñado de vacaciones fijas la misma semana cada año, no importa realmente cómo te sientas, ni si por dentro te estás muriendo. Ni siquiera importa mucho si te «indispones» un par de días al mes, porque ya hay pastillas diseñadas para deshacernos «rápidamente» de esas molestias y hacer de cuenta que no está pasando nada.
¿Por dónde empezar?
El tabú es hondo y profundo. Mi abuela me contó una ocasión de su niñez en el campo, cuando se manchó la falda de sangre menstrual mientras cuidaba unas ovejas. Ella prefirió cubrir la sangre con mierda de oveja, pues era preferible (más socialmente aceptado) estar manchada de mierda que de sangre menstrual.
Afortunadamente yo no llegué a heredar ese asco (mi madre hizo saltos generacionales inmensos, por lo cual le estoy inmensamente agradecida), pero sí tuve, como tantas mujeres de hoy en día, cierta preferencia por no tener mucho que ver con mi sangre, más allá de envolver la toalla higiénica usada en una buena porción de papel higiénico, y tirarla a la caneca sin más.
Así que mi proceso para empezar a acercarme a mi menstruación desde una perspectiva sana de aceptación y curiosidad empezó por el uso de productos de higiene amigables con mi cuerpo, recomendación que me llegó a través de un círculo de mujeres. Así fue que empecé a usar toallas lavables de tela en vez de las desechables de toda la vida y descubrí que, contrario a la creencia popular, olía mejor y además sangraba menos de lo que yo pensaba. Esto detonó todo un cuestionamiento personal sobre lo que había aprendido desde mi infancia acerca del período y me llevó a iniciar un camino de autoconocimiento en el que aún me siento principiante. Empecé a acercarme a mi sangre desde otro lugar, a recogerla, medirla, observarla, y también a dejar de temerle o de sentir repulsión hacia ella.
El uso de las toallitas de tela que yo misma tenía que lavar me llevó a tener un contacto mucho más directo con mi periodo, y empezar a observar con más atención, a descubrir qué era normal para mí (cada una tenemos nuestro propio estándar de normalidad) y establecer una relación más íntima con mi sangre. Ahora me gusta sembrarla (es un excelente abono de jardinería), y pintar con ella, como una expresión de amor propio, del respeto que me debo a mí misma por ser yo, de honrar a la mujer que soy y darme lo que necesito (entre lo que se incluye también el arte y el pasar tiempo en la naturaleza).
Otra mirada
El asunto es que no podemos cuidar nuestra salud, ni aprender a decidir sobre nuestra fertilidad si no hacemos justamente ese ejercicio de observarnos y conocernos, y reconocer el hecho de que somos cíclicas. Para muchas eso implica salir del oscurantismo menstrual y caminar directamente hacia el caldero uterino en el que tenemos que sumergirnos si queremos trascender esas tinieblas.
Atender a esos flujos y reflujos de nuestra marea anímica interna, tan inadvertidamente sincronizada con nuestra sangre menstrual, es dejar de avanzar a ciegas por nuestro laberinto, pues ya tenemos ese hilo que nos empieza a mostrar el camino transitado y nos va revelando los caminos que no habíamos advertido. Y nos permite, finalmente, disfrutarnos mejor, habitar nuestros cuerpos con gozo y sin dolor, con libertad y sin prejuicios.
Así que la invitación es a dejar de tragar entero y empezar a tomar conciencia de los superpoderes que nos otorga nuestro ciclo y que, adormecidas como estamos, no hemos llegado a percibir.
Se trata de detenernos y observar cómo es que nos han enseñado a «habitar este traje de mujer», para expresarlo como Erika Irusta, gestora de la Comunidad Soy 1 Soy 4 y autora del blog El camino rubí, una recomendación personal que no me canso de hacer para quienes quieran conocer más sobre sus ciclos, sus cambios hormonales y sus cuerpos, desde una perspectiva pragmática y autónoma.
También me gusta recomendar los diarios menstruales —ya sea que los llevemos en un diagrama mensual, una agenda lunar o un cuaderno menstrual— donde llevemos un registro mínimo de nuestros estados de ánimo, sensaciones físicas, variaciones psíquicas y de los cambios que se operan en general en distintos niveles de nuestra cotidianidad.
Siempre es un buen comienzo empezar a anotar, a observar, a encontrar semejanzas y patrones según qué fase del ciclo. Es un ejercicio que te obliga a comprometerte contigo, a volver a ti, a mirar algo de ti cada día. Y a darte cuenta cómo todo cambia, cómo el ánimo nublado que tenías la semana pasada quizás se siente esta semana como un día despejado con el sol brillando. Empiezas a ver que no eres la misma todos los días, que no reaccionas siempre igual en situaciones similares, que tú misma vas mutando, y lo que pensabas inamovible de repente cede, se hace distinto, maleable.
Adquirir este conocimiento te permite aprender a navegarte, aprovechar tus propios flujos de energía, ir a favor de tus corrientes y no en contra, que es lo que nos agota y nos enferma. Conocer a las mujeres que te habitan y aprender a confiar en ellas y darles la bienvenida cuando corresponda. Hacerte su amiga que, en últimas, es lo mismo que consentirte y darte lo que es mejor para ti en cada momento. De eso se trata.
Para quienes quieran leer un poco más sobre mi perspectiva personal frente a la sanación, les dejo esta entrada.
Y para las interesadas en métodos naturales para el control de la fertilidad, un tema largo en sí mismo, escribí esta entrada como una introducción a este amplio tema.
Recomendados del círculo (y otros de la casa) sobre ginecología y autoconocimiento femenino:
Libros:
- Cuerpo de mujer, sabiduría de mujer. Christiane Northrup.
- La sabiduría de la menopausia. Christiane Northrup.
- Manual introductorio a la Ginecología Natural. Pabla Pérez San Martin.
- Manual de Ginecología Natural. Rina Nisim.
- Luna Roja. Miranda Gray.
- Pariremos con placer, y en general toda la literatura de Casilda Rodrigáñez Bustos.
- Cuaderno menstrual. Sonia Ro. Una herramienta para aprender a explorar y conocer tu ciclo.
Algunos enlaces de interés:
- En general recomiendo todo el extenso material trabajado por Erika Irusta en la Comunidad Soy 1 Soy 4 y el blog El camino rubí, sobre el conocimiento de nuestro ciclo menstrual a nivel práctico.
- Una mirada rápida a las mujeres que habitan nuestro ciclo.
- Una historia personal, escrita por María Llopis, sobre su propia experiencia con menstruaciones dolorosas y el camino que ha recorrido para sanarlas.
- Regula tu ciclo durmiendo más-mejor.
- Cuando la menstruación no llega tu cuerpo te habla.
- Descubre lo fácil que es acercarte con cariño a tu sangre menstrual
- Lo que aprendí con mi luna: el dolor es el síntoma que nos llama a sanarnos
- Menstruar sin compresas, ni tampones, ni copas menstruales, ¿Cómo?
- Y tú, ¿sabes cuándo ovulas?
- La fase premenstrual no ha de doler
- Acerca de la forma en que las niñas aprenden sobre el disfrute de su sexualidad.
- Endometriosis, la punta del iceberg (video, 50 min)
- Ovulación (video, 3 min)
- Despertando la luna (video, 1h 30min)