Círculo ritual de eclipse solar
Círculo quincuagésimo tercero.
Luna nueva en el mes de Piscis.
Amor incondicional. Cierre de ciclos | Dejar ir
Febrero 26, en el invierno comenzando el año del Gallo de Fuego (2017 E.C.).
En la casa de Camila y Amelié.
Así se convocó
Algo sobre el círculo
Antes que nada, reconozcamos que todo cierre de ciclos es un inicio de nuevos ciclos. Y es un proceso que sucede todo el tiempo, se repite, se perpetúa. En esta ocasión simplemente nos tomamos una excusa astrológica (el eclipse bajo el signo solar del último de los signos zodiacales, Piscis, que marca el final de esa espiral cósmica) para hablar de las cosas que cambian, de la parte de nosotras que muere, de lo que se termina, de lo que se deja ir. Y hablar de ello necesariamente nos lleva a reconocer a la que está naciendo, a lo nuevo que está llegando, a los comienzos, a lo que se abraza.
Así que nuestro ritual de eclipse fue precisamente un compartir historias de lo que muere en nosotras y lo que nace bajo una forma nueva. En esas historias personificamos a una de las que fuimos, nos despedimos de ella y empezamos a reconocer a una nueva que somos ahora. Soltamos aquello que estamos preparadas para soltar. Lo que ya no nos gusta, lo que nos estorba, lo que nos hace daño, lo que no ha funcionado aunque lo hayamos intentado mil veces, lo que nos dimos cuenta que es falso. Y aunque a veces duela soltar, cuando lo hacemos sabemos que es lo mejor, que soltar nos permite cambiar de piel, que si soltamos eso que nos pesa podremos caminar más livianas, que si nos permitimos dejar la piel vieja y arrugada nos renovaremos y seremos más brillantes, más auténticas, más nosotras mismas. Pues todo lo que se suelta es siempre una máscara que hemos puesto sobre nuestro ser más auténtico.
Hay muchas maneras de soltar. A veces se trata simplemente de dejar de intentarlo, relajarnos y dejar pasar, otras veces necesitamos llenarnos de valor y echarlo a patadas de nuestra vida. Y en ambos casos podemos estarlo haciendo por amor. Podemos soltar algo desapareciéndonos como quien se esconde de alguien incómodo, evitando un encuentro o simplemente no propiciándolo. Y también podemos soltar en un profundo abrazo, fundiéndonos con aquello que estamos soltando y viéndolo desvanecerse entre nuestros brazos hasta que nuevamente somos Uno. Porque cuando soltamos estamos confiando en que podremos seguir sin eso que soltamos, en que sabremos fluir con el cambio que constituye todas las cosas y que nuestro hilo será sostenido en el entretejido universal, y continuará tejiendo, y estaremos siempre completas.
Toda historia de un final es la historia de un comienzo y ese es uno de los secretos de la eternidad. Por eso no podemos morir, y seguimos danzando en este mandala donde somos una y la misma, pues la historia de una es la historia que las demás comparten. Sentimos lo mismo, intuimos lo mismo y recibimos mensajes similares. O más bien es uno solo, visto desde diferentes ópticas. En nuestro círculo llegó en estas formas, y si tú lo estás leyendo, entonces también es para ti:
Ahora es posible.
Tengo lo suficiente.
Tengo todas las herramientas para seguir caminando.
Solo hace falta mi intención.
Soy amada.
Puedo perdonar. Puedo soltar.
Ya tengo ese poder especial.
Todo son bendiciones para mí.
Todo va a estar bien, solo existe el amor.
Para terminar de inspirarlas, les comparto esta canción de Darwin Grajales, uno de esos amigos cuyo aroma llega a veces a las esquinas de nuestros caminos y perfuma nuestro caminar por un rato…