Círculo de historias para sanar las relaciones entre las mujeres
Círculo trigésimo noveno
Día del Arcángel de la Transmutación, primavera del Año del Caballo de Madera {2014 E.C.}.
En la casa de Angélica.
Círculo de historias para sanar las relaciones entre las mujeres.
Una tarde violeta. Cuatro mujeres, justo antes de la celebración de las madres. {Me pregunto cuántos honrarían tambien a la Madre en este día. Pero a veces nos olvidamos de lo esencial}.
Pero para eso es el círculo de mujeres, justamente. Para no olvidar lo esencial. Por eso nos reunimos. Una buena anfitriona nos hace sentir cómodas, nos abre un lugar. Hay flores, incienso, música, un círculo-altar y un amplio espacio para sentarse. Y más flores, piedras, una representación de la Madre, cartas y hasta un oráculo esperando ser consultado en su cuenco dorado. Y hay tanto fuego en los corazones que pasan un par de horas antes de que encendamos la vela que centra el altar.
No hace falta abrir el círculo, pues siempre ha estado abierto. Y en un círculo abierto, los corazones se conectan solos. El tema propuesto por Angélica {sanar las relaciones entre las mujeres} abre las historias, se esconde, regresa, y de esta forma va hilando la conversación.
Porque sanar nuestras relaciones con otras mujeres implica muchas cosas:
- como preguntarnos cómo es nuestra relación con nuestra madre, lo que necesariamente trasciende también a la relación de ella con su propia madre {nuestra abuela}, y así… Repetimos los esquemas familiares que aprendimos y se nos grabaron muy hondo desde que éramos niñas. De nosotras depende percatarnos de ello, deshacer los nudos de varias generaciones y empezar a vivir nuestra propia vida.
- o examinar qué es lo que estamos proyectando fuera de nosotras, pues eso mismo se reflejará de vuelta. Los demás son tus espejos. Expande agresividad y recibirás agresividad. O aprende a desarmar al más alzado con una sonrisa abierta y sincera. ¿Qué prefieres?
- o cuestionar nuestra atención. ¿Vives en conciencia despierta, con tu atención en el momento presente, en lo que realmente sucede a tu alrededor? ¿O te quedaste en el modo automático con el que nos domesticaron a todas {y a todos} cuando crecimos? Pues ese «chip» que nos implantaron de niñas es el que nos enseñó a desconfiar de las demás, a competir contra ellas y a verlas como enemigas en vez de como hermanas.
- o aprender quién eres, pues esa pregunta en algún momento te llevará a reconocerte como mujer, y cuando recorres esa parte del camino llegas a comprender mucho mejor a otras mujeres, y que no son diferentes a ti.
- o sanar tu útero, tu más poderosa conexión con la feminidad {a la que también puedes llamar Diosa, Madre, Sacerdotisa, Hechicera, Bruja, Sagrada Puta y, por qué no, también Virgen, si te va el catolicismo. Para mí todas son avatares de la misma manifestación de energía innombrable}. De cualquier modo, eres mujer porque tienes un Útero, Astarté, el cáliz que recibe la semilla fecundadora y la acoge hasta que se transforma en una nueva vida. Y esto sucede tanto si has parido hijos como si no, tanto si conservas tu útero como si no, pues toda mujer es madre, creadora, tierra fértil, toda mujer es en sí misma un útero donde arraigan, brotan y florecen las semillas de los proyectos en los que ella ponga su pasión y persistencia {por eso mismo, si te estás preguntando cuál es el camino de tu éxito, pregúntate mejor ¿dónde está mi pasión?}.
- o descubrir la relación que tienes con tu luna, tanto la de arriba que cambia su fase constantemente, como la de abajo que te permite renovarte cada mes. Pues conectando con la luna conectas necesariamente con la Madre, la Tierra, la Raíz y el Origen, y allí encuentras también a la Hermandad.
- o conectar con tu intuición, alimentarla y dejarte guiar por ella. Si confías en ti misma, esa voz interior te dirá en quién más puedes confiar. Ten por seguro que las más de las veces te llevará a acercarte a otras mujeres, pues muchas veces entre nosotras basta una mirada para reconocernos en medio de las inmensidades de otros tiempos y otras vidas vividas en otros círculos pero siempre con las mismas mujeres, desde antes de la mal llamada Historia, cuando todavía sabíamos parir solas a nuestras criaturas, sostener nuestros hogares y despedir a nuestros muertos.
- o sanar también nuestras relaciones con los hombres, pues todos formamos parte de un mismo equilibrio, y si queremos que funcione el tejido no podemos desligar la trama de la urdimbre. Si así es arriba como es abajo, también lo que hace la derecha lo termina recibiendo la izquierda, aunque la Biblia nos cambie el libreto.
Por todo esto, y además de esto, lo mejor fue volver a descubrir que si quieres sanar tu relación con otras mujeres basta con reunirte con ellas en un círculo de hermandad, abierto a la escucha, al intercambio, a la cooperación, a la comprensión, al diálogo sincero, a la risa sin burla, al silencio cómplice, a la compañía, al aprendizaje mutuo. Porque en un espacio así las mujeres solo podemos desbordar nuestros dones internos, nuestra sabiuduría para las demás, nuestra alegría, lo que nos tranquiliza, lo que nos alegra y lo que nos da consuelo.
Y después de contarnos, reír, cantar, callar, compartir alimentos, reír más, mirarnos a los ojos, meditar, reír mucho más y abrir nuestro corazón a «desconocidas» que no lo son, ¿cómo podríamos no haber sanado un poco más nuestra relación con otras mujeres? Pues todas somos la misma, pero infinitas veces distinta. Si sano yo, sanamos todas. Y si sano mi relación con otra, va sanando mi relación con todas, vamos sanando todas y todos sanamos. Y cuatro mujeres que se sanan multiplican esa sanación por los cuatro vientos que las separan hasta que vuelvan a encontrarse y seguir sanando.
Las dejo con algunas reflexiones «aisladas» {ojo: todo está conectado} compartidas en este último círculo…
.::.
las personas llegan a tu vida para mostrate las heridas que no has sanado, y que solo tú puedes sanar.
.::.
«¿Quién eres?» no es una pregunta para contestar con un nombre, una ocupación, un oficio, o la relación que establecemos con otras personas. Ve más adentro. Observa lo esencial.
.::.
Nos enseñaron a sentir culpa, en vez de hacernos responsables. Cuando dejamos de cargar el peso de la culpa y tomamos responsabilidad por nuestras acciones es cuando de verdad empezamos a decidir.
.::.
No importa si está «bien» o «mal». Importa lo que sientes. Que lo que hagas salga del corazón.
.::.
Conéctate con el flujo de la abundancia universal. Todavía más: siéntete tú misma abundancia; tú la portadora del cáliz del que se derrama la vida, tú la madre de todos los que tomas bajo tu cuidado, tú la inspiradora, tú la creadora. Permite que la vida fluya a través de ti.
Agradece tus bendiciones y confía.
{LEE AQUÍ SOBRE EL CÍRCULO ANTERIOR}
siento muchísimo no haber podido ir a este circulo ,de veraz que este tema lo necesito mucho . el día de la madre me causa tristeza porque a mi me crio una tía maravillosa que fue mi madre espiritual a ella le debo lo que soy social y moralmente , ya no esta en este mundo y me hace mucha falta . hoy la vida dio vueltas y vivo con mi madre ,con la cual tengo que trabajar el sentimiento de aceptación .es bien difícil . pero tengo que sanar esos sentimientos .
ojala algún día tengan en el circulo ese tema . gracias
Hola, Esperanza. Pues el tema da para mucho, cuando quieras podemos repetirlo en tu casa. abrazos para ti.