Historias sobre presiones familiares
Círculo trigésimo quinto.
Cinco días después de la luna nueva del mes de octubre {jueves 10},
Año de la Serpiente de Agua {2013}.
Historias sobre presiones familiares.
¿Dónde fue? En la casa de Sonia (Teusaquillo, Bogotá).
¿Cómo se convocó?
Si tienes una historia sobre la presión que tu familia tiene (o tuvo) en tus decisiones, sea carrera, trabajo, hijos, viajes, dónde vas a vivir, cómo te vas a peinar, cómo debes vestir, qué debes hacer, qué no debes hacer… este es el espacio para compartirla. Contar tu historia te sana, porque te ayuda a tomar una perspectiva diferente sobre tu vida, porque siempre es mejor sacar lo que se guarda dentro, porque compartir es medicina. Y si no tienes nada para contar (o no te animas), también puedes venir a escuchar… Círculo abierto para hombres y mujeres.
Imagen destacada (círculos): cobalt123 en Flickr.com (compartida bajo Licencia CC Atribución, No comercial y Compartir igual).
Algo sobre el círculo…
La presión familiar se siente similar para todos. Se siente como estar fingiendo para agradar a alguien, como ocultar una parte de ti que los demás no aceptan, o simular algo que no eres para no escuchar críticas, chantajes o descalificaciones. Y cuando estamos sometidos a esas manipulaciones es importante hacerse las preguntas adecuadas… ¿Vale la pena no ser tú mismo para tener contenta a tu familia? ¿Qué significa ser tú mismo? ¿Cómo serías si no tuvieras que complacer a nadie más? ¿Qué acciones o situaciones tendrías que cambiar en tu vida para lograrlo?
Una presión familiar puede ser una carga impuesta por los mayores a los niños, en forma de destino, de futuro, de razón de ser o razón para haber nacido. Un niño no puede comprender una imposición como esa, pero la asimila como una verdad propia y termina siguiendo un camino que no le corresponde porque un día alguien le dijo que ese era su destino… Cuánta responsabilidad hay en las palabras que se les dicen a los niños… Ojalá todos los padres y educadores tuvieran esto presente antes de lanzarles hechizos para complicarles la vida… Los convertimos en héroes, en culpables o en víctimas, obligándolos a cargar un papel que limitará sus posibilidades, en vez de permitirles elegir el camino que deseen, ni bueno ni malo, sino simplemente suyo.
Muchas veces cedemos a las presiones familiares para encajar en un patrón de perfección fabricado por los demás que nos hará ver «mejores» que el resto. Son familias en las que el amor no se merece naturalmente sino que debe ser ganado. Si somos perfectos, entonces nos querrán. Son también los casos de quienes «sacan la cara» por sus hermanos, o por sus primos, o quieren no repetir los errores que otros han cometido, los que se sacrifican para hacer a la familia brillar. Son también quienes ceden por complacer, por agradar, no por convicción o al menos por respeto {que al menos serían razones válidas para ceder}. También se dan los casos de las decisiones que tomamos en un ánimo de salvar a los demás de sus propios errores, enmendar las faltas que otros han cometido y de alguna manera salvar a nuestros seres queridos. O bien, tomar otras cargas como nuestras y empezar a llevarlas por compromiso, agotando nuestra propia energía. Los salvadores, dicen, terminan crucificados. Y la sabiduría colectiva nos dice que nadie puede ser salvado, pues todos hemos sido libres para tomar las decisiones que hemos tomado. No vinimos a salvar a nuestras familias. Más bien creo que vinimos a aceptarlas y amarlas tal como son, con sus errores y falencias, con sus malas decisiones y sus debilidades. Si acaso tenemos potestad para salvar a alguien, es a nosotros mismos. Y salvándonos a nosotros mismos podemos ayudar al resto. Si no, es perder el tiempo.
Entonces, cuando nos percatamos del daño que nuestra familia nos está haciendo al obligarnos a ser quienes no somos, es probable que queramos rebelarnos y surjan entonces en nosotros actitudes hostiles hacia ellos. A veces es rabia, mucho dolor, tristeza o un odio irracional. Sentirse culpable por abrigar estos sentimientos sólo agranda el problema. Muchas veces es necesario sentir así para liberarse de las imposiciones familiares que nos ataron y nos hicieron tanto daño. Las heridas duelen antes de sanar, y está bien que duelan. Es un indicativo de que hay que ponerles atención: no descuidarlas pero tampoco hurgar en ellas. Mientras no se cubra una herida del corazón, mientras no se oculte bajo capas de aparente normalidad, poco a poco irá sanando, y al final dejará de doler, aunque quede una cicatriz. Allí es cuando descubres que quienes te hicieron daño tampoco son culpables ni víctimas, son lo que son y actuaron de la mejor forma en que pudieron haberlo hecho. Ten en cuenta que para vivir este proceso de sanación, tarde o temprano tendrás que enfrentarte a tu lado oscuro. Si no lo niegas, sino que lo aceptas conscientemente, si incluso lo abrazas, serás un ser más equilibrado, más feliz y más completo que si trataras todo el tiempo de negarlo, ocultarlo y condolerte de él.
A veces abrazar el lado oscuro es simplemente dar rienda suelta a tu creatividad, y permitir que tus impulsos tomen el control de vez en cuando. Muchos de nosotros hemos sido considerados «ovejas negras» por comportarnos con más libertad que el promedio. Muchas veces ni siquiera es un comportamiento negativo o reprobable, sino simplemente distinto. Bueno, pues lo que no se cuenta en las ciudades es que las ovejas negras son muy apreciadas por quienes pastorean rebaños, por una razón sencillísima: la oveja negra da lana negra, así que cuando llega una oveja negra con ella llega la posibilidad de combinar lanas en los tejidos, las ruanas, las cobijas que antes eran sólo blancas… ¡por fin dejarán de ser planas, habrá dibujos, patrones, texturas! Si nos contaran esta parte de la historia, ser una oveja negra sería más una distinción que un insulto. {Al fin y al cabo, tanto las críticas como los elogios surgen siempre por una cuestión de perspectiva. Cada quien habla desde su bando. Por eso, amplía tu perspectiva, deja de tomarte todo personalmente y estarás más cerca de la felicidad}.
Y aunque en ocasiones una oveja negra tenga que enfrentarse a situaciones irreconciliables con la familia, de las que obligan a tomar grandes distancias entre sí, valdría la pena hacerse preguntas más complejas, como: ¿quién es tu verdadera familia?, ¿son los que te parieron, los que te criaron, los que te quisieron, los que viven contigo, los que pagan tus cuentas, los que te apoyan incondicionalmente, los que caminan junto a ti, los que aman lo que tú amas, los que siempre se alegran de verte aunque no se vean casi nunca? ¿Qué es una familia, en verdad? ¿Por qué los humanos le damos tanta importancia? ¿Para qué sirve una familia? ¿Se pueden tener varias familias? ¿Se pueden tener niveles de familiaridad? ¿Cuál es el miembro más importante de mi familia? ¿Cuál es mi lugar en mi familia? ¿Estoy representando un papel en mi familia? ¿Es el papel que quiero representar? ¿Quiero representar un papel?
Bueno, lo siento si ya se estaban emocionando, pero yo no pretendo contestar aquí esas preguntas, en primer lugar porque no creo que haya respuestas concluyentes, cada quien tendrá las suyas {justamente la invitación es a que ustedes se las formulen y quizás así conozcan un poco mejor a su familia, o a su idea de familia, y con ella, de sí mismos}. Y en segundo lugar porque ya me estoy extendiendo mucho y esta mañana una abuela me recomendó que descansara. Y a las abuelas hay que hacerles caso. Así que creo que esto es todo por ahora. Que sus familias se tejan bonito y estén todas colmadas de amor mutuo. Buena noche.