Círculo de historias (locas)
Círculo vigésimo noveno.
Noche del 15 de abril del Año de la Serpiente 2013.
Círculo mixto de historias.
¿Dónde fue? En la casa de Esperanza (Bogotá).
¿Cómo se convocó?
Hola, mis hermosas.
Les cuento (¡por si alguna no se ha dado cuenta ya!), que la primavera entró en forma en este año de la espiral. Flores y aires de renovación inundan el ambiente (y bueno, cuando hay flores también suele haber espinas, ni se crean que todo es miel sobre hojuelas). Tiempos que traen un impulso especial para cerrar ciclos, o abrirlos, para deshacernos de viejos patrones, viejas costumbres, viejas cosas guardadas y, así como la serpiente, cambiar de piel. No digo que lo tengamos que hacer, pero la verdad es que el universo está conspirando en estos días para eso, así que será mucho más propicio para las que se animen a hacerlo. Dejarse llevar por la corriente es más fácil y menos desgastante que oponerse a ella.
Y ya que estamos en estos tiempos de florecimiento, es tiempo de vernos de nuevo, pues muchas cosas se han movido estos días y es necesario hablarlas. Compartiremos historias, mujeres y hombres, las que cada uno desee compartir. Recuerden que la única condición es que sean personales y salgan del corazón.
Esta vez la cita será para el lunes 15 (con la lunita todavía creciendo) cerca de Mundo Aventura. Esperanza es nuestra anfitriona de honor y nos abre las puertas de su casa…
Algo sobre el círculo…
Regreso de una noche de historias locas y divertidas. Mi ansiedad de lunes se ha disipado. Mi gripa no tiene muchas ganas de desaparecer, pero eso ya no me hace sentir mal. Sigo algo taciturna, como lo estaba en la mañana, sumida en mis sensaciones encontradas y mi mente revuelta. Pero es como si ahora hubiera un canto, una música detrás del ruido mental que, finalmente, lo dirige y lo calma.
Llego a casa y la espiral sigue girando. Ya no es de mañana, el lunes está finalizando y las cosas se ven más claras. O menos oscuras al menos, no tan nebulosas.
El vértigo sigue, siempre, como desde hace unas semanas. Hay instantes en que es desafiante, ansioso, incluso doloroso, algo que no sabes cómo detener. Pero otras veces, como después de un círculo de historias, es ligero y suave. Hasta te saca una sonrisa. Hay algo sucediendo alrededor, algo que no sabemos, algo que nos está cambiando a todos. Como si la corriente hubiera cambiado de dirección… Cambios rápidos, cosas que se acomodan repentinamente, descubrir cosas que no habíamos visto, sorprendernos de la vida, mudar de piel. Evidentemente si no fluyes te vas a hacer daño. Y fluir es hacer caso de esa corriente que viene a llevarte, que exije que te sueltes y te dejes caer {si es que hay algún abajo}. Pero, sobre todo, no olvidar la sonrisa, de la que están hechas tus alas. Sonreírle al vértigo y dejarse sorprender por lo que viene en la siguiente esquina.
Gracias a Esperanza, Diana, Ximena y Andrés {¿cuántos años sin vernos?} por regalarnos (a mí y a todos) tres horas mágicas de vida, contabilizadas en decenas de historias. Por regalarnos selvas, mandalas, diosas, trisqueles, coincidencias, danzas yukunas, viajes, intuición, escapadas, separaciones, faldas, coraje, pena, conspiraciones, tristeza, felicidad, círculos, amistad, libertad y locura de la buena. Sí, ¡el universo conspira!
Y gracias dobles a Ximena, que me acaba de enviar este escrito acerca de lo que sucedió en esta noche de historias mágicas. Les copio un fragmento de su correo, que me atrevo a publicar aquí sin consultarle, pues describe también parte de los sentimientos que me produjo este bello encuentro… y no sé cómo escribirlo mejor, así que esta vez agradezco que sea ella quien comparta la memoria de este encuentro…
«(…) retomar la historia del nacimiento del círculo, que después de estos años, sigue vigente… Reuniste mujeres, para despertar tu femenino, y juntándonos, encontramos cómo ser mujeres… pues al parecer en un mundo de hombres, nuestra voz se ha silenciado, y ante el sometimiento, la sumisión, la obediencia, incluso la misma separación a la que nos hemos sometido entre nosotras mismas, se nos oscureció nuestro camino, y optamos sólo por dos caminos… aguantar o luchar. Pero lamentablemente, en esta modernidad, luchar ha significado callar nuestro femenino, y sólo dejar hablar a nuestro masculino… Contar historias es, entonces, dejar hablar a nuestra memoria, y llenar de luz el camino hacia nosotras mismas, para optar por la libertad. Tal como lo cuenta Esperanza, para quien cada nuevo viaje no fue un acto de rebeldía o locura, sino un deseo inmenso de ser libre, de ser ella, de no dejar que nada la limite, buscando sus orígenes, siendo natural, auténtica… viviendo intensamente, sabiendo que la muerte siempre está allí… y no por ello ha sucumbido al miedo, ni se ha negado nada. O de una manera tan sencilla, pero tan simbólica, sin palabras, sólo con un gesto, tal como lo hizo Diana… sacar una falda para ahuyentar el frío. Sólo una mujer puede cargar una falda en su bolso y sólo una mujer puede encontrar el gusto de ser una Diosa, creando de una falda… miles de modelos diferentes y sentir que al colocársela… es libre.
Y nuevamente veo un hilo conductor que dice que al callar nuestras voces, cuando teníamos falda en la época de la sumisión… algunas lucharon, ganaron, pero nos dieron pantalones… Y hoy tenemos voz, pero es una voz masculina… por eso reivindico el sentido de volver a la falda, pero no para callar, para obedecer… sino para ser Diosas, femeninas, que en este nuevo milenio necesitan reunirse para aprender a escuchar nuestra voz y reiventarnos… y a la vez como madres, educar una nueva generación de hombres y mujeres.
O incluso en mi propio caso, cortarme el cabello, sólo para volver a comenzar, de la nada, teniendo sólo como inicio a mí misma, y con la plena consciencia de que mi única riqueza está en mí, y que mi mayor deseo es desaprender lo que mal me permití aprender, y aprender a ser lo que por esencia soy… una mujer. (…).»
Qué bellas palabras, Ximena. Qué bonito que hayas podido navegar hasta nosotras para traernos tu risa, tu alegría y tu sinceridad. Y qué bonito que hayas encontrado todas estas cosas en ese rinconcito de tiempo que nos dimos para disfrutar del compartir. Yo también voto porque reivindiquemos ese poder oculto de la falda y nos reencontremos con esa libertad que dejamos olvidada en un pantalón. Anoche, como siempre, comprobé una vez más el inmenso poder sanador que tiene el sentarnos en círculo de igualdad a compartir historias de vida. Que los círculos se sigan multiplicando. ¡Ahó!
Reunidos…
* Sobre la presencia espiritual de la beata Laura: A Ximena le ofrecieron ayer una estampita de esta hermana, que ella no recibió porque no sabía quién era. A pesar de todo, la estampita llegó hasta nuestra reunión y se sentó en el círculo con nosotras {literal y sorpresivamente}… Y trajo a colación la historia de esta mujer que, si le creemos a mi suegro {un verdadero maestro contador de historias}, estaba emparentada con mi familia política e hizo todo su apostolado desde el anonimato de la independencia, pues nunca perteneció a una orden religiosa… Curiosas las vueltas que da la vida…